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¿Cómo ayudar a nuestros hijos a manejar su frustración?

Los podemos ayudar en la medida que seamos respetuosos de sus emociones y les demos lugar al sentir, sin juzgarlos ni haciendo juicios de valoración con relación a que lo causo, ayudándolos amorosamente y nunca a partir de castigos ni gritos. Nadie puede decirle a nadie que sentir o porque sentirlo, en todo caso, podemos intervenir únicamente, como papás desde la forma en la cual reaccionó.

Pensemos lo siguiente en cuanto a la elección que hice en las palabras:

Ayudar, porque es una emoción que no nos pertenece, por lo tanto, como papás y mamás nuestra función es colaborar con ellos para tramitarla de manera positiva.

Manejar, porque no se trata de que no experimente emociones, sino que puedan sentirlas y canalizarlas positivamente, utilizándolas para un buen fin.


Todo persona, tenga la edad que tenga, desde los mas bebitos hasta los adultos, a diario se encuentran con momentos o situaciones donde el no o el tiempo de espera se impone. Por ejemplo, un bebe recién nacido muchas veces debe esperar dos minutos para ser acunado, dos minutos que para el se convierten en una eternidad y puede ser vivido como una profunda frustración, lo mismo para un niño de 2, frente a un no de un adulto a por ejemplo comprarle un juguete.


¿Cómo ayudarlos?

Siendo su contención y su sostén, a la vez que su modelo positivo. Empezando por lo último, si nosotros como adultos no toleramos la frustración y ante algo que, por ejemplo, que no nos sale, reaccionamos negativamente, con enojo o aun peor ira, estamos enseñando de forma errónea lo que deben hacer.


En relación a contención y su sostén, nunca poniendo en juego el amor que les tengamos en función de lo que puedan o no hacer o como se porten, no exigiéndoles demás, siempre hablándole de forma positiva para incentivarlos a que puedan resolver el motivo de su frustración de otra forma, además de ponerles en palabras la explicación del porque no les salió y si es posible, esta dentro de sus posibilidades, ayudándolos a volver a intentarlo e incentivándolos a que lo aprendan; y si el motivo de la frustración es que les dijimos que no, manteniendo el no con un tono de voz tranquilo desde nuestro rol adulto y recordando que todo se aprende, a manejar la frustración también.


Por Karina Pintos

Instagram: @consultoriodecrianza

Lic. Psicóloga de la UBA

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